FERIA DEL LIBRO DE LA HABANA 2017
Presentación de "Vietnam y las fantasías norteamericanas"
20 de febrero de 2017

LA EDITORIAL NUEVO MILENIO DE CUBA, PUBLICÓ NUESTRA EDICIÓN DE "VIETNAM Y LAS FANTASÍAS NORTEAMERICANAS" Y REALIZÓ LA PRESENTACIÓN JUNTO AL AUTOR BRUCE FRANKLIN EN EL MARCO DE LA EDICIÓN 2017 DE LA FERIA DEL LIBRO DE LA HABANA. COMPARTIMOS EL TEXTO DE PRESENTACIÓN A CARGO DE BRUCE FRANKLIN.

Dos de los más grandes líderes revolucionarios, José Martí y Ho Chi Minh, vivieron durante un tiempo en Estados Unidos, "en las entrañas de la bestia", según dijo Martí. Tanto Martí como Ho tuvieron una comprensión profunda de la cultura y la historia norteamericanas. Los dos vieron su lado oscuro. Ho, por ejemplo, escribió algunos ensayos brillantes sobre los linchamientos y el Ku Klux Klan. Pero los dos vieron también el gran potencial revolucionario de los ideales democráticos norteamericanos, formulados en el siglo dieciocho y ya en contradicción por entonces con la realidad del imperialismo estadounidense.

Y esto nos lleva a la guerra de Vietnam y a la realidad actual de Estados Unidos. Hoy en día, Estados Unidos está sumido en una guerra civil entre un proto-fascismo basado en mentiras, mitos y fantasías, y una resistencia democrática que dice la verdad contra el poder. La pelea en torno a la historia de la guerra de Vietnam es parte de esta lucha.

Hoy en día, casi todo lo que la gran mayoría de los estadounidenses cree sobre la guerra de Vietnam está hecho de fantasías, mitos y mentiras flagrantes. Mi libro es un intento por destruir estas fantasías, mitos y mentiras, recuperando la verdad sobre la guerra librada por el imperio norteamericano contra los pueblos de Vietnam, Laos y Camboya, y por contar la verdad sobre la heroica lucha de decenas de millones de estadounidenses contra esa guerra.

El relato dominante de la guerra dice lo siguiente: había una vez una nación democrática llamada "Vietnam del Sur" y una dictadura comunista malvada llamada "Vietnam del Norte", que era parte de un imperio comunista global. Vietnam del Norte estaba invadiendo a Vietnam del Sur, y como Estados Unidos es el líder del mundo libre y el paladín de la democracia, fuimos a ayudar a la defensa de Vietnam del Sur en 1965. Luego terminamos atrapados en un pantano. No pudimos ganar la guerra porque peleábamos con una mano atada detrás de la espalda, y esto por culpa de los estudiantes universitarios que escupían a los veteranos, de los profesores comunistas y de Jane Fonda.

La verdad es que Vietnam era un solo país, no dos países. La guerra librada por Estados Unidos contra Vietnam comenzó en 1945, no en 1965. El movimiento antiguerra fue creado por los miembros del ejército norteamericano en 1945, y los soldados y marineros estadounidenses fueron la vanguardia del movimiento antiguerra, que finalmente impidió a Washington continuar la guerra. La revolución vietnamita fue la vanguardia de una revolución global colosal que destruyó al colonialismo y trajo la independencia para la mitad de la población mundial entre 1945 y 1975. Durante esas tres décadas, Estados Unidos peleó por mantener el colonialismo, convirtiéndose así en el líder del neocolonialismo global, la forma última del imperialismo.

Empecemos por contar la historia verdadera remontándonos al 14 de agosto de 1945, el día en que Japón se rindió, llamado el "Día V-J". Yo tenía once años e iba subido a una camioneta llena de chicos que éramos parte de una celebración bulliciosa en las calles de mi Brooklyn natal. Todos gritábamos "¡Paz! La Guerra se terminó". Al igual que las multitudes que se agolpaban en las aceras, creíamos en un futuro de paz y prosperidad global. En vez de eso, hoy vivimos en un país que libra una "Guerra de Nunca Acabar", una guerra comenzada por Washington incluso antes de la Segunda Guerra Mundial.

Ninguno de nosotros era consciente de que el mundo de la guerra permanente estadounidense había comenzado ya. Tampoco sabíamos que esta sería la última celebración de una victoria en nuestras vidas. El imperio norteamericano no pudo siquiera derrotar a aquella pequeña isla de Cuba en Playa Girón.

El mismo día que celebrábamos nuestra victoria sobre Japón, a trece mil kilómetros de distancia, otras personas celebraban la derrota de Japón de forma muy diferente. Ese día fue el comienzo de la Revolución de Agosto, cuando el pueblo vietnamita se levantó y en menos de tres semanas barrió con el dominio conjunto francés y japonés, y fundó la República Democrática de Vietnam.

El 2 de septiembre, Ho Chi Minh leyó la Declaración de Independencia ante medio millón de vietnamitas que se agolpaban frente a él en Hanói, la vieja capital de una nueva nación que había luchado por su independencia durante más de 2000 años. "Todos los hombres nacen iguales", dijo, "y el Creador les ha otorgado ciertos derechos inalienables, entre ellos el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". Esta frase inmortal está incluida en la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos de América proclamada en 1776. En un sentido amplio significa lo siguiente: "Todos los pueblos de la tierra son iguales desde el nacimiento, y todos los pueblos tienen derecho a vivir, a ser felices y libres". De repente, aparecieron dos aviones de guerra sobre las cabezas de la multitud. La gente miró para arriba, y cuando reconocieron la insignia de Estados Unidos en esos aviones, ese medio millón de personas, al unísono, rompió en un grito de júbilo que estremeció la tierra. Así como nosotros, los niños en la camioneta creíamos en un futuro pacífico liderado por Estados Unidos, los vietnamitas creían que nosotros, los norteamericanos, éramos sus amigos y aliados, que seríamos los paladines de su libertad y de la independencia del colonialismo.

En ese preciso instante, Washington planeaba lanzar una invasión junto con el gobierno francés, con el fin de derrocar a la República Democrática de Vietnam y restaurar el dominio colonial francés. Esto sería un proyecto conjunto franco-norteamericano. Estados Unidos proveería las armas y el financiamiento. Les transfirió a los franceses decenas de miles de soldados nazis, muchos de los cuales fueron obligados a sumarse a la Legión Extranjera francesa para servir como tropas de choque para la invasión. Una docena de barcos de guerra estadounidenses fueron desviados de su misión de repatriar las tropas desde Europa, para transportar al ejército de invasión francés –equipado con armas, tanques, aviones de guerra y jeeps norteamericanos– rumbo a Vietnam. Y también resultó ser el comienzo del movimiento contra esa guerra gestado por el pueblo estadounidense.

Las tropas británicas que habían sido enviadas a Saigón para desarmar a las fuerzas japonesas que aun permanecían allí, ya habían sido desarmadas por los vietnamitas. Pronto los japoneses se sumaron a los británicos y a los vestigios de las fuerzas coloniales francesas en la guerra que libraban contra la flamante nación de Vietnam, que había declarado su independencia un minuto atrás. Los restos de la fuerza aérea japonesa, junto con la fuerza aérea británica, bombardeaban y ametrallaban cualquier concentración de vietnamitas armados que pudieran encontrar. Las tropas japonesas fueron desplegadas para controlar el malecón de Saigón.

Fue así que cuando los convoyes norteamericanos que llevaban las tropas de invasión francesas llegaron a Saigón a fines del otoño de 1945, se encontraron con soldados japoneses armados y uniformados, que los saludaban desde los muelles. Los marineros que tripulaban la flota de los buques de transporte de tropas quedaron completamente atónitos e indignados. Cada uno de los tripulantes a bordo de estos barcos firmó un petitorio dirigido al Congreso y al presidente condenando al gobierno norteamericano por participar de "políticas imperialistas" que buscaban "someter a la población nativa de Vietnam".

El movimiento antiguerra en casa comenzó tan pronto como los estadounidenses descubrieron que Washington estaba apoyando la guerra de los franceses. En una nutrida reunión realizada por Asociación Norteamericana para la Amistad con Viet Nam, el seis veces candidato a presidente Norman Thomas explicaba: "Es sólo mediante la ayuda directa e indirecta […] de Estados Unidos que el imperialismo colonial se puede mantener en el mundo actual". El secretario de la asociación por la amistad proclamó en forma profética que "la fundación de la república más flamante del mundo, la República Democrática de Viet Nam" es "un evento que podría pasar a la historia como la sentencia de muerte del sistema colonial". Tenía razón.

La guerra de independencia librada por Vietnam fue la vanguardia de una revolución global que destruyó la forma colonial del imperialismo. Ayudó a difundir el virus de la revolución directamente por todo el imperio francés, ya que los argelinos, senegaleses y otros veteranos africanos que formaban parte de la Legión Extranjera enviada a luchar contra los vietnamitas retornaron a las colonias africanas de Francia con entrenamiento militar y presa del fervor anticolonial. Entre 1945 y 1949, un cuarto de la población mundial conquistó la independencia del dominio colonial al derrumbarse el colonialismo en gran parte de Asia, incluyendo a Indonesia, India, Pakistán, Birmania, Ceilán y Filipinas. Inglaterra, Francia, Bélgica y Portugal estaban resueltas a mantener sus colonias africanas, una lucha que acabó por decidirse cuando Bélgica perdió el Congo (1960), Francia perdió Argelia (1962), Gran Bretaña perdió Kenia (1963) y Portugal perdió Angola, Guinea-Bissau y Mozambique (1974-1975). Como en Vietnam, las potencias coloniales podían contar con el apoyo de Estados Unidos en estas guerras que acabaron en derrota. Como Martin Luther King dijo en 1967, Estados Unidos estaba peleando "en el bando incorrecto de la revolución mundial".

Cuando Washington decidió en 1954 reemplazar a Francia en la guerra contra la República Democrática de Vietnam, la feroz oposición del pueblo estadounidense evitó que Estados Unidos interviniera en forma abierta. Entonces lo hizo en forma encubierta. Y fue así que implementó una política basada en el engaño, en el sigilo y la intervención gradual, ocultando sus acciones a los ojos del pueblo estadounidense. Cada mentira desenmascarada intensificó entonces la oposición. El gobierno norteamericano creó así el némesis entero de su propia guerra: el movimiento antiguerra. Ese movimiento estuvo inspirado por nuestra indignación frente a la guerra y las mentiras sobre la guerra, y de ella se nutrió; mentiras que requería la guerra, generadas directamente por nuestro gobierno y los medios. Aunque eran los vietnamitas quienes estaban derrotando a Estados Unidos, en última instancia fue el movimiento antiguerra, especialmente en el seno de las fuerzas armadas, el que finalmente forzó a Washington a firmar un tratado de paz que incluía, palabra por palabra, todas las reivindicaciones principales planteadas por las fuerzas de liberación vietnamitas.

La verdad es que durante tres décadas nuestra nación apoyó y luego libró una guerra genocida contra un pueblo y una nación que nunca nos había hecho nada, a excepción de solicitar nuestra amistad y apoyo. Y la verdad es que la pequeña nación de Vietnam derrotó al poderoso imperio norteamericano.