AYER

Autor: Juan Emar
Estudio introductorio: Cecilia Rubio (docente del Departamento de Español de la Facultad de Humanidades y Arte de la Universidad de Concepción, Chile).

Dijimos en la contratapa del primer libro de esta colección que las vanguardias latinoamericanas de la primera mitad del siglo XX "junto con los norteamericanos, probablemente hayan producido las obras más audaces de ese período mundial signado por una situación de crisis, guerras y revoluciones, y por la formación acelerada y cosmopolita de las grandes metrópolis en América."

Vale agregar que la violencia de lo urbano devastando y devorando "salvajemente" la tradición, sin deferencias ni miramientos, se entrelaza dialécticamente con su potencialidad de transformación de la realidad. Esta combinación "desequilibrante" genera no sólo personajes monstruosos y deformes, a la vez que formas narrativas que comparten esos mismos calificativos; sino que, simultáneamente, los y las dotan de capacidad de mutación para encarar la difícil tarea de vociferar en medio del cambio, del tránsito, de las luces, de la fábrica... Es aquí donde el "¡rompan todo!" adquiere su carácter progresivo e indispensable en la búsqueda de la musicalidad adecuada a esos nuevos tiempos.

Un día en la vida
Por Rodolfo Edwards (Diario Perfil, 22 de agosto de 2010)

Seguramente Rubén Darío lo hubiese incluido en su libro Los raros. El chileno Juan Emar, seudónimo de Alvaro Yáñez, escribió Ayer en 1930, contagiado por el clima que las vanguardias habían instaurado por esos años. En el contexto de las vanguardias latinoamericanas, la poesía siempre era el género elegido para los experimentos lingüísticos y, en Chile en particular, Pablo Neruda y Vicente Huidobro ocupaban el centro de la escena. A contrapelo de esta tendencia, Emar puso la narrativa en el ojo del ciclón, aplicando radicales procedimientos que ponían en cuestión las convenciones de la representación. Fragmentarismo, exploración del inconsciente, construcción de un nuevo sujeto, atrabiliario y complejo, la urbe como caja de Pandora, la deriva como plan y destino.

Ayer se puede leer como una serie de cuentos engarzados por el protagonista, que así se presenta: "Ayer por la mañana, aquí en la ciudad de San Agustín de Tango, vi, por fin, el espectáculo que tanto deseaba ver: guillotinar a un individuo". A partir de este primer incidente se desencadena una serie de hechos que son puestos bajo un lente deformante que los torna esotéricos e inefables: la coreografía de unos leones en el zoológico, una discusión estética en el atelier de un pintor, una desopilante escena en el baño de una taberna. La novela es el inventario alucinado de un día en la vida de Juan y su mujer, Isabel, que se debaten en ajedrecísticos enigmas urbanos, donde la mente regula todas sus acciones y los convierte en tripulantes de una máquina que acelera con sólo pensar. En el interior del personaje opera una alquimia permanente, un autoanálisis que funciona como una termita que carcome toda lógica hasta llevarlo a conceptualizaciones imposibles. Oscilando entre el humor absurdo y la angustia existencial, el texto de Emar remite al Ulises de Joyce y también a las cavilaciones de Macedonio.

Emar no se sentía cómodo dentro del campo cultural donde desarrolló su obra; hijo del dueño del diario La Nación, usó el periodismo cultural como plataforma de su proyecto artístico, pero el ámbito estaba dominado por la narrativa de tendencia social y su obra se ancló en una marginalia de la que recién está emergiendo en los útimos años gracias a la reedición de sus libros y la revaloración de la crítica. La edición de Ayer ayuda al rescate de una figura seminal para la vanguardia chilena y continental.